Y ese tiempo comienza en apenas unos días. Un tiempo que comienza a contar como otro año que tenemos por delante. Cenaremos en familia, nos pondremos guapos y guapas y saldremos a recibirlo con nuestros amigos pero...no deja de ser una tradición vacía. Y ahí comienzan a contar las horas de nuevo...el día uno, el día dos....así hasta sumar 365 o 366 en este caso. ¿Y después que? Nadie nos dice como solucionar nuestros problemas, ni como seguir adelante sonriendo a la vida cuando ella tampoco nos sonríe demasiado. Dicen que es tiempo de cambios, ¿pero que va a cambiar? ¿dejaremos de sentir tristeza? ¿o dolor? ¿o melancolía? Lo cierto es que no. Un año comienza sí, pero nosotros seguiremos siendo los mismos y nuestros problemas no habrán desaparecido. No se puede dejar de querer de un día para otro, ni de echar de menos, ni tan siquiera perdonar o dejar de esperar. Entonces puede que nos preguntemos ¿cuál es la ilusión del nuevo año?
Pues esperar que un día nos levantemos y la vida nos sonría. Dejaremos de estar apagados para resplandecer cada día, nos vestiremos con una sonrisa y saldremos a comernos el mundo. Porque sí, porque la ilusión no puede ceder su terreno a la desesperanza. Y ese es mi deseo para este año que está a la vuelta de la esquina: recuperar mi ilusión perdida, dejar a un lado la monotonía y la rutina, y volver a sentir esas ganas olvidadas de comerme el mundo cada día.