Escribir es algo así como
intentar matar al recuerdo presente
para nunca conseguirlo
pero sí hacerlo sangrar.
Hacerlo sangrar de nuevo
volviendo a abrir viejas heridas
que ni siquiera estaban cerradas
por las que siguen manando lágrimas.
Quiero decir que no, que no puedo,
como voy a ser capaz de cerrarte la puerta,
si sólo quiero que vengas y me abras los ojos,
que, llenándome de besos, me quites la ropa
y a su vez esta fría coraza que me aprisiona.
Cómo voy a pasar página
si es en ti donde ella empieza
y realmente acaba, mi sonrisa,
dónde me gustaría quedarme a vivir.
Tú,
que llegaste a mi vida por casualidad
prometiéndome curar(me),
no haces otra cosa que doler(me).
Pero dueles tan intensamente
que en el fondo espero
que nunca dejes de hacerlo.
Tú,
que querías cerrarme heridas
y sólo has llegado
para abrirme alguna nueva.
Tú,
la última pieza que me faltaba por encajar
y que, sin embargo,
ha descolocado mi vida,
sin saber cuando ni como.
Viajaría por todos tus lunares,
por todos tus recuerdos,
e incluso aprendería a nadar entre tus lágrimas
por si necesitas un salvavidas cerca.
Por eso te escribo,
porque sé que nunca voy a matar tu recuerdo
-y tampoco creo que quiera-
Pero a lo mejor consigo hacerle cosquillas
y que vuelvas a mí,que vuelvas nuevamente
a sonreír(me) y hacer(me) sonreír.
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