jueves, 28 de agosto de 2014

Café para dos, en solitario

Me quedé esperando un café para dos, poco a poco, va perdiendo la cafeína y se convierte en una bebida sin sabor, aunque está tan amarga como el saber que nunca vendrás. Es una pérdida de tiempo, las horas pasan mientras tu ausencia comienza a traer un tornado que arreciará con fuerza, llevándose todo sentimiento por delante y dejando tan solo unas cuantas fotografías arrugadas, que únicamente sirven de sostén de unos vagos recuerdos que se van difuminando.
Estoy dándome cuenta de cómo el tiempo corre tan deprisa sin detenerse ni para tomar impulso. Los meses pasan, uno tras otro, sin que apenas nos demos cuenta, el año pronto terminará y nuestros recuerdos empezarán a formar parte del olvido. Miraremos hacia atrás y nos reiremos de lo que ahora estamos viviendo, quedará como una experiencia, feliz o dolorosa, pero siempre trasmitirá vida. Lloramos y reímos porque estamos vivos. Una vida llena de sensaciones.
¿Y a quién no le gustaría regresar al comienzo de algo? ¿A quién no le gustaría regresar a aquellos lugares donde por primera vez el tiempo se detuvo y el mundo se concentró en un solo punto? ¿en una sola persona? Pero miras alrededor y ves que aunque el sitio es el mismo, tú ya eres aquella niña ilusionada y ya entiendes que las personas sólo hablan por hablar y que no cumplen sus promesas. Aunque todavía sigues desesperándote por esperar algo que aún tienes la esperanza de encontrar, de que llegue, de que suceda. Pero a medida que el tiempo pasa, te vas sintiendo apagado y tienes miedo a lo que vendrá. Los relojes nunca se detuvieron en aquellos instantes y la vida te va haciendo arrugas, va pasando por encima de ti y de tus sueños. Y ves que lo que fuera el comienzo de algo ahora es un final de un continuará anclado en el pasado, o quizás en el futuro, o en el presente, quien sabe.

Y entre tanta reflexión, los minutos pasan y el café se enfría, y si quiero que no siga amargándome en la boca, me lo tengo que beber sola. Sabe amargo, le falta azúcar, o compañía, o las dos cosas.
Con el tiempo comprendí que las personas que llegan pronto, pronto se van.






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