miércoles, 17 de diciembre de 2014

Nos autojustificamos

Justificaciones.
Todos recurrimos a ellas en algún momento de nuestra vida. Nos escudamos en frases sin sentido, en respuestas pensadas y planificadas de antemano esperando que la persona que tenemos enfrente no tenga motivos para rebatirlas. Nos sentamos y soltamos nuestro discurso, esas palabras que hemos pensado y que estamos seguros de llevar a cabo. Pero en el fondo puede que se trate de meras excusas, de frases que no nos llevan a ningún lugar, sino que nos van a paralizar el tiempo o ese momento.
La cobardía es de los peores defectos del ser humano, muchas veces por ser cobardes nos perdemos oportunidades, dejamos ir momentos que se pueden convertir en grandes, nos arriesgamos a perder cosas o personas dejando que el miedo o la falta de confianza nos venzan. Nos autojustificamos para hacernos ver que no, que lo nuestro no es cobardía, sino mil y una excusas que hemos ido acumulando: que si es por esto, que si ahora no puedo, que si ahora no es el momento, que si fuese en otra vida quizás, que si es mejor que pase el tiempo, que si....tantos y tantos "que si" podemos ir sumando que podríamos estar horas y horas enumerándolos. Pero la base es mucho más sencilla, puede que nos pongamos una coraza, puede que nos autoprotejamos, o puede que simplemente nos falten agallas para llevar a cabo nuestros propósitos. Pero las justificaciones no son la solución. No podemos justificarlo todo, hay cosas, situaciones, momentos, personas, sentimientos, ideas, etc, que se escapan a nuestro control.
Quizás deberíamos arriesgarnos un poquito más, quizás deberíamos dejar atrás esa falta de confianza y darle un voto al destino para ver lo que nos tiene deparado. Yo creo que todo pasa por algo, y llega en el momento preciso...entonces, ¿por qué nos empeñamos en decir que este no es un buen momento? ¿no suena a justificación?
Igual la solución está al alcance de nuestra mano y puede ser tan simple como cerrar los ojos, dejarnos llevar o guiar, y arriesgarnos, dejando atrás toda esa lista de excusas que nuestra mente ha tejido como una auténtica telaraña. Pero, a veces, no hay salida para el ciego que no quiere ver, y la telaraña nos atrapa y nos envuelve hasta hacernos una penosa víctima de nuestros miedos y de nuestras justificaciones. Entonces, tal vez un día, consigamos ver luz y las redes de la telaraña pierdan fuelle...ahí nos daremos cuenta de que hemos sido unos cobardes y habremos perdido la batalla. Yo espero no ser una de tantos, pero sé que tú lo habrás sido, y eso nos condenará a serlo a los dos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario