viernes, 6 de diciembre de 2013

Creí en ti, y ahora me consume esta indignación

Celos, que  malos y horribles son. Qué difícil es controlarlos, cuanta sangre tienes que tragar para que un gesto no te delate, para que una mirada no te traicione y una palabra no te condene.
Me ilusionaste, me mimaste, me hiciste creer en algo que no existió. He vuelto y estás con ella, y lo peor es que me duele veros juntos. Ayer se me hizo un nudo en el estómago, el corazón me golpeaba fuertemente en el pecho deseoso de salir para decir todo lo que mi mente y mi boca callaban y pugnaban por mantener en secreto. Sentía celos de ella, de como la abrazabas, de como la buscabas, de como la mirabas. Me indignaba verte allí, ver como la tocabas. Me dolía veros juntos. Me di cuenta en cuanto os vi, algo había cambiado esta semana en la que yo no había estado.
Y ahora toca poner buena cara, fingir que aquí todos contentos, pero por dentro me corroen los celos, y no entiendo por qué. Esto es nuevo para mí, no sé como hacer para que no salgan a la superficie y se queden sepultados en donde han osado a emerger.
Pensaba que eras diferente, que no eras como todos, sí raro, pero también interesante y con muchos de los valores que yo busco en la persona con la que comparta mi vida. Me encantaba dormirme hablando contigo, que me sorprendieses bailando, que me piropeases y me mirases con ojitos. Cruzarnos miradas cobardes, gestos invisibles. Me llamabas "tu fauna" y tú eras "mi fauno". Pero ya todo ha desaparecido.
Me has fallado, creí en ti, y tú has traicionado mi confianza.

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