viernes, 13 de septiembre de 2013

Mi niña interior....

Mi niña interior se come una caja de bombones
mientras me dice que deje de cuidar tanto mi línea.
Que las líneas más importantes son las curvas,
y la curva más bonita es la sonrisa,
y esa es la que tengo bien abandonada.

No entiende que llore y que no sea por la muerte de Mufasa,
ni entiende que sueñe con otra cosa diferente
a ir a jugar a los columpios el domingo por la tarde,
mientras espero con ilusión la vuelta al cole.

Y al fin y al cabo,
lo que necesito es eso,
que me hagan volar un domingo
y que me sujeten para amortizar la caída.
Y ella está dispuesta a parar el columpio
-y el mundo entero si es necesario-
cuando todos mis miedos vayan demasiado deprisa
y necesite bajarme corriendo.

Dice que no sabe por qué las heridas del corazón
me duelen mucho más
que las que ella se hace al tropezarse
con las piedras al caerse de rodillas.
No sabe que yo tropiezo igual,
y que por eso las heridas.
Que para las heridas su mamá le echa betadine
y se las deja al aire.
Y que ya que yo no puedo echármelo,
ni sacar al corazón de paseo,
que no lo toque.
Que si tocamos las heridas abiertas
nunca se terminan de cerrar.
Y siempre dejan cicatriz
y cuanta razón tiene....

Y que no entiende que ahora me de tanto miedo jugar,
a la gallinita ciega y con los ojos vendados
me deje guiar por alguien,
cuando de pequeña me iba en brazos
del primer desconocido que me acunara.

Mi niña interior me mira,
me seca las lágrimas y me sonríe:
que como voy a ser capaz de llegar donde quiero,
si cada diez pasos doy cinco atrás...
para ver si vienes, pregunta.

Y qué le voy a responder,
si ni yo misma lo entiendo.









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