Qué triste me resulta ver que, a pesar de todo, nada ha cambiado. Tú sigues siendo la misma persona, la que me ha decepcionado una vez y vuelve a hacerlo. Te acercas, tienes lo que quieres y vuelves a desaparecer... Dime, ¿cuál es la razón? No hay razones aparentes, no das explicaciones congruentes, pero sí hay motivos ocultos, ¿o acaso me equivoco? En el fondo los dos sabemos que no.
Yo sigo cerrando los ojos, quizás porque no quiero ver lo que hay al abrirlos, quizás deseo quedarme con la parte buena y no pensar en tantas y tantas ideas que me atormentan y me hacen dudar tanto de ti. Quizás las dudas esconden la verdad, y yo sigo siendo una ingenua por no querer aceptarlo. Pero me resulta tan difícil aceptar que mis pensamientos se puedan convertir en en la realidad, que prefiero seguir en mi utopía.
Me has decepcionado, y sé que volverás a hacerlo, y aún así no soy capaz de alejarme de ti. ¡Qué extraña sensación! Te echo de menos a cada instante, en cada lugar, a cada minuto...eso no cambia ni con el paso del tiempo. Quieres seguir teniendo tú lugar, no quieres que nadie lo ocupe, vienes para luego volver a irte. Derrumbas el muro que llevo meses construyendo dentro de mí para nada, para volver a convertirte en el mismo personaje de antes. Soy consciente de lo que buscas en mí, de lo que soy para ti, y en el fondo tu ego es superior a ti. Es lo más decepcionante, que ni tan siquiera tú eres capaz de aceptarlo y te refugias en tristes excusas.
Algún día sé que saldrás de mi vida, que ya no significarás nada para mí. Mientras seguiré aceptando que soy como soy y que no soy de hielo, que todavía me importas.
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